Es curioso la frecuencia con la que malinterpretamos nuestras emociones, a pesar de estar, en general, absortos en ellas. A continuación, hablaremos de seis mitos comunes sobre las emociones y las verdades con respaldo científico que deberías creer.
Mito n.° 1: Hay emociones buenas y malas.
Lo cierto es que las emociones positivas pueden ser tan destructivas y disfuncionales como las negativas. La clave está simplemente en reaccionar positivamente a tus emociones, en lugar de negativamente.
Puedes estar muy mal por tu ruptura y aun así reaccionar bien a pesar de la devastación. Por ejemplo, ir a terapia. O puedes estar devastado y devastada pero reaccionar mal, como patear a tu perro en el estómago.
Podrías lidiar con tu soledad emborrachándote, y luego despertar rebosante de arrepentimiento y culpa. O puedes llamar a un amigo para que te acompañe y te ayude a sobrellevar tu turbulencia emocional.
Podrías lidiar con tu nostalgia y añoranza respetando la decisión de tu ex. O puedes ser un idiota y aparecer en su puerta a las 3 de la mañana, con rosas y chocolates en la mano, suplicando esa dulce segunda oportunidad. Incluso podemos extrapolar esta teoría a lo que generalmente se considera emociones positivas.
Mito n.° 2: Puedes controlar tus emociones.
Nuestras emociones son nuestros instintos más fundamentales. Existen en el nivel primario y animal de nuestra conciencia. Y no puedes evitar sentirlas. Lo único que puedes hacer es tomar conciencia de ellos, reconocerlos y luego canalizarlos en una dirección productiva:
Tener éxito en el trabajo, lograr algo que siempre has querido, entablar una relación saludable, etc. Tu objetivo debe ser minimizar al máximo la posibilidad de volver a romper. Y debes obsesionarte a lograrlo. Así es como, por ejemplo, canalizas tus emociones.
Mito n.° 3: Puedes mejorar en el manejo de todas tus emociones.
Así como somos naturalmente buenos en algunas cosas y no en otras, también somos naturalmente buenos en gestionar ciertas emociones, pero no todas. Por ejemplo, se me da bien controlar la ansiedad. Incluso cuando lo siento, puedo reducir su influencia rápidamente y no dejar que afecte demasiado mi rendimiento.
Otra emoción que manejo bastante bien es la culpa. Si bien la siento rápidamente, también puedo canalizarla rápidamente hacia acciones positivas, como disculparme o enmendar el daño de alguna manera que la alivie. Soy consciente y acepto que siempre seré bueno en gestionar algunas emociones, pero malo gestionando otras. Intenta cultivar esa misma mentalidad.
Mito n.° 4: Debes tomar tus emociones muy en serio.
A veces, escuchar nuestras emociones es valioso, y nuestra intuición acierta en ocasiones. Pero, en la mayoría de los casos, reaccionamos visceralmente por razones completamente irracionales e irrelevantes.
La realidad es que nuestras emociones pueden llevarnos a tomar decisiones sabias, pero también a tomar decisiones imprudentes y desastrosas. Dicho de otro modo, que algo nos haga sentir bien no significa que sea bueno, y que algo nos haga sentir mal no significa que sea malo.
La mayoría de los consejos sobre las emociones te dicen que debes dejarte llevar por ellas y tomarlas demasiado en serio, o te enseñan a suprimirlas y tratar de ser lo más racional posible. Sin embargo, el consejo correcto se encuentra en un punto intermedio entre ambos extremos: Escucha tus emociones, pero no las tomes demasiado en serio.
Mito n.° 5: Las emociones son estos importantes mecanismos espirituales.
Las emociones son simplemente mecanismos biológicos de retroalimentación que desarrollamos para ayudarnos a sobrevivir. Son la forma en que nuestro cerebro nos dice si algo bueno o malo está sucediendo en ese momento.
Desarrollamos la ira porque nos prepara para luchar y proteger nuestras vidas. Desarrollamos el miedo y la ansiedad porque nos ayudan a evitar situaciones potencialmente peligrosas. Desarrollamos la tristeza para saber cuándo algo falta en nuestras vidas.
Este sistema biológico básico funciona lo suficiente hasta que empezamos a atribuir significado a nuestras emociones. Cuanto más intensas sean nuestras emociones, más significativo será el momento en que las experimentemos. Y cuanto más significativo sea un momento, más creencias desarrollaremos en torno a las emociones que sentimos en ese momento.
Así que quizás creas que toda tu vida se derrumbará por tu ruptura y tu ex se alejará de ti. Quizás pienses que hay una conspiración cósmica en tu contra, impidiéndote volver a ser feliz. Joder, incluso podrías convencerte de que mereces sufrir. Pero la verdad es que acabas de tener una ruptura dolorosa, extrañas a tu ex y estás triste por ello. Caso cerrado.
Mito n.° 6: Las emociones son permanentes y nunca cambian.
Independientemente de la gravedad de tu ruptura, las emociones son fugaces y están en constante cambio. Alrededor de los años 80 y 90, justo cuando los psicólogos comenzaron a investigar temas como la felicidad, la paz y la aceptación, se realizó un experimento sencillo que lo demostró. Fue así.
A grandes grupos de prueba se les dio un buscapersonas, y cada vez que el buscapersonas sonaba, cada persona debía dejar lo que estaba haciendo y escribir las respuestas a dos preguntas:
– En una escala del 1 al 10 ¿Qué tan feliz eres en este momento?
– ¿Qué está pasando en tu vida ahora mismo?
Los investigadores recopilaron miles de respuestas de cientos de personas de todo el mundo. Lo que descubrieron me impactó: prácticamente todos escribían «7» constantemente.
Incluso ante eventos catastróficos — una muerte en la familia, un examen reprobado, una complicación de salud, una ruptura —, los niveles de felicidad se desplomaban al rango de dos a cinco. Aun así, tras un breve periodo, volvían a siete.
Lo mismo ocurre con eventos extremadamente positivos, como recibir un premio, ganar un montón de dinero, irse de vacaciones de ensueño o casarse con una persona fantástica: Los niveles de felicidad se disparan por un corto período, pero luego vuelven a caer y se establecen en un siete.
Lo que quiero decir es que, no importa lo horrible que te sientas ahora, es solo cuestión de tiempo antes de que te sientas bien nuevamente; es solo cuestión de tiempo antes de que alcances ese mágico siete.