Tenemos tranquilidad solamente cuando mantenemos el corazón limpio hacia los demás. No debemos mantener resentimientos o rencores. Nuestra alma debe reflejar un espíritu de perdón, no importa que. Debemos recordar que Dios mira nuestro corazón y acciones, no sólo nuestras palabras de disculpa.
Rompiendo el ciclo del dolor y el trauma…
Desafortunadamente, dejamos salir las heridas que están en nuestro interior a medida que interactuamos con las personas que nos rodean. Si la transformación espiritual se va a producir de manera duradera, debemos empezar reconociendo nuestro pasado y presente.
Debemos avanzar hacia la libertad, perdonando en todas las circunstancias. Sé que esto definitivamente no es una tarea fácil, pero todos hemos sido heridos alguna vez por las personas que fueron afectadas por otras personas. Por lo tanto nosotros, como personas heridas, lastimamos a otras personas. Las heridas del pasado dañan la calidad de nuestras relaciones actuales.
El cambio y su cicatrización es un proceso de toda la vida y no existe soluciones rápidas para reperar los daños experimentados en nuestras vidas. El dolor puede causar estragos en tu vida y las vidas de los demás. Es en este proceso de reconocimiento de nuestro dolor y acercamiento a Dios que encontramos la curación.
Tenemos que elegir una nueva dirección a seguir si queremos mejorar. No es un camino facil de seguir, pero una simple elección implica un proceso en el aquí y ahora. Hay muchas áreas de nuestra vida donde el dolor está presente y tenemos que trabajar para sanar esas heridas.
El dolor se produce a través de las etapas de la vida y con frecuencia se transmite de una generación a otra. Nuestra familia de origen se supone que existe para satisfacer nuestras necesidades humanas, pero se origina una falta de cuidado y por lo tanto mucho daño para todos nosotros.
Si bien reconocer la fuente del dolor es una parte necesaria del proceso de cambio, culpar crea trampas que se convierten en patrones irracionales de pensamiento y sentimientos acerca de nuestras heridas. Reconocer de forma saludable nuestro dolor nos permite cambiar y encontrar la libertad de este patrón de pensamiento irracional.
El remedio fundamental para solucionar las heridas del pasado asociados con el dolor y el trauma es la gracia de Dios.
Para romper el ciclo del dolor y el trauma el acercamiento a Dios es fundamental.
De echo el cambio duradero es un proceso que Dios nos facilita, el cambio es el resultado de mucho tiempo y energía que se utiliza para obtener el crecimiento y la libertad que se encuentra en el perdón. Encontramos ese cambio que tanto necesitamos cuando nos asociamos con Dios.
Un cambio genuino es la clave para romper el ciclo del dolor y el trauma.. Esto sólo se podra lograr con una relación de amor con Dios que reside dentro de todos y cada uno de nosotros.
Debes entender que el orgullo y el miedo son temas que nos hacen retroceder en la vida. Esto por lo general se basa en la vergüenza o relacionadas llenas de culpabilidad. 😉