Ya sea grave o leve, tu ex está ahí afuera, en algún lugar… y está sufriendo.
Tal vez esté pensando allí en la cama por la noche, igual que tú, preguntándose si tomó la decisión correcta. Tal vez esté conteniendo las lágrimas al pasar por lugares que le recuerdan a ti. Tal vez tenga dificultades para comer, dormir, funcionar, igual que tú.
Tu ex sea hombre o mujer también sufre. Pero su dolor no cambia nada de tu situación. En este artículo, te explicaré por qué y qué deberías hacer a continuación para revertir las cosas.
¿Cómo sabes que tu ex está sufriendo?
Simple… Porque el dolor después de una ruptura no es una elección: Es biología. Cuando estableces una conexión profunda con alguien, tu cerebro se reconfigura. Te vuelves adicto y adicta a esa persona. Su presencia, su tacto, su voz: Todo desencadena la liberación de sustancias químicas que te hacen sentir bien en el cerebro.
Y cuando esa persona desaparece de tu vida, tu cerebro entra en un estado de abstinencia. No importa si eres quien dejó la relación o a quien dejaron. No importa si la ruptura fue necesaria. A tu cerebro no le importa la lógica: Sólo sabe que su fuente de felicidad, posiblemente sustancial, se ha ido.
Por qué el dolor de tu ex no cambia las cosas.
Así que aquí es donde la mayoría de la gente comete errores: Utilizan el dolor de su ex como una razón para acercarse a él o ella, para intentar consolarlo y consolarla e incluso para intentar la reconciliación.
Estás personas piensan lo siguiente: «Si mi ex también sufre, quizás aún haya esperanza. Quizás podamos solucionarlo. Quizás al menos pueda ayudarle a sentirse un poco mejor…». Cuidado: Esto es una trampa. Hay tres razones cruciales por las que el sufrimiento de tu ex no cambia tu situación.
1. El dolor no es sinónimo de arrepentimiento. Que tu ex esté sufriendo no significa que quiera volver. Puede extrañarte, llorar por ti y aun así saber que terminar la relación fue la decisión correcta.
2. Su sanación no es tu responsabilidad. De hecho, intentar ayudar a tu ex a sanar solo los lastimará más a ambos. Necesita procesar su dolor en su soledad buscada, igual que tú necesitas procesar el tuyo.
3. Centrarte en su sufrimiento te mantiene sin poder mirar a tu alrededor. Es decir, te impide hacer lo único que necesitas hacer ahora mismo: concentrarte en ti mismo(a).
Ahora sé lo que puedes estar pensando: «¡Pero anoche mi ex me envió un mensaje de texto en estado de ebriedad diciendo que me extraña!» o «¡Su mejor amigo me dijo que no está comiendo ni durmiendo!»
Nada de eso importa.
El sufrimiento de tu ex no invalida las razones de la ruptura. No soluciona sus incompatibilidades. No sana la posible confianza rota. Es solo dolor: El dolor natural, normal e inevitable que acompaña al terminar cualquier relación significativa.
Qué hacer al saber que tu ex está sufriendo.
Analicemos exactamente cómo debes afrontar el dolor que siente tu ex. Hay varias estrategias eficaces que puedes implementar:
1. Acéptalo. Sí, tu ex siente dolor. Sí, es real. Sí, probablemente te duela saber que tu ex también sufre. Es normal; significa que eres humano y que puedes preocuparte por los demás. Intenta contener ese sentimiento sin reaccionar de forma negativa (por ejemplo, rogarle a tu ex que vuelva o contactar a tu ex constantemente).
2. Respeta a tu ex. No uses su dolor como excusa para romper el contacto. No intentes consolar a tu ex. No le envíes mensajes para saber cómo está. Su proceso de sanación es su responsabilidad, no la tuya.
3. Redirecciona tu energía. Cada vez que sientas la necesidad de estar pendiente de él o ella, haz algo por ti. Sal a correr, llama a un amigo o trabaja en un proyecto, o actividad que has estado posponiendo.
4. Elimina la evidencia. Elimina las migas de pan digitales que te llevan de vuelta a los recuerdos de tu sufrimiento. Archiva chats, elimina conexiones en redes sociales y elimina fotos de tu vista habitual.
Usa tu dolor como motivación para alejarte. Porque si de verdad te importa y no quieres lastimar a tu ex aún más, le darás el espacio necesario para recuperarse adecuadamente.
Mira, sé que esto es duro. Cuando te quedas in poder cerrar los ojos por la noche, sabiendo que tu ex podría estar haciendo lo mismo, cada fibra de tu ser grita para que le pidas ayuda. Para consolar a tu ex. Para intentar aliviar su dolor y el tuyo.
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Esta necesidad de conectar no es solo emocional, sino fisiológica. Tu cerebro literalmente envía señales de angustia, intentando motivarte a reconectar con una fuente de apego y seguridad. Tu cuerpo no entiende las rupturas ni los límites; solo entiende que falta alguien importante en tu vida.
Pero a veces lo más amable y saludable que puedes hacer, para ambos, es no hacer nada. No, este no hacer nada no es pasivo ni fácil. Es una decisión activa y difícil que tendrá que rehacer cada día hasta que, con el tiempo, se vuelva más fácil.
Ama a tu ex lo suficiente como para dejar que se recupere por sí solo y por si sola. Y ámate a ti mismo y a ti misma lo suficiente como para hacer lo mismo.